Mi historia con la pesca con mosca 🎣
Por Hugo Becerra
¿Cómo se despertó tu pasión por la pesca con mosca? ¿Cuál es tu historia?
Acá va la mía 👇🏻
En la época en que vivía en Junín de los Andes, solía ver a viajeros —argentinos y extranjeros— recorrer kilómetros para pescar en el río Chimehuin con una modalidad totalmente desconocida para mí. Me llamaba la atención verlos pasar horas dentro del agua, lanzando una y otra vez, mientras los pescadores locales, con carnada, sacaban muchas más truchas.
No lo entendía. Pensaba:
“¿Cómo puede ser que estos tipos se conformen con una foto y devuelvan el pez al agua?”
En ese momento, me parecían bastante raros... incluso un poco locos.
Pero con el tiempo, y gracias a un amigo que me insistió para probar, entendí que detrás de esa locura había algo más profundo. Descubrí que la pesca con mosca no se trata solo de atrapar un pez, sino de vivir la experiencia completa: leer el río, observar el viento, elegir la mosca correcta y, sobre todo, estar presente.
Ahí fue cuando logré unir tres cosas que siempre me movieron: mi amor por las montañas, mi espíritu aventurero y la pesca con mosca.
Al principio, los resultados no eran los mejores —poco pique, muchas frustraciones—, pero eso me enseñó que había que estudiar, practicar y viajar. Que cada lanzamiento era una lección, y cada trucha, una historia.
Hoy, soy uno de esos “locos” que esperan la temporada con desesperación. Que cuentan los días para volver al río, ver volar las moscas y sentir ese instante mágico del pique.
Y aunque sean grandes o chicas, cada una de esas truchas me regala el mismo placer: verlas volver al agua después de la foto que más tarde me hará revivir todo. El ruido del río, el aire frío en la cara, el silencio de la montaña, y esa paz que solo se siente ahí, en ese momento.
Hasta la próxima temporada.
Y sí… soy feliz siendo uno de esos locos.
